Aire, tierra y mar están contaminados debido a la gran polución que afecta al medio ambiente, peligrando la biodiversidad del planeta. Los barcos son uno de los grandes responsables de esta situación. Desde la Unión Europea se pretende que España se coloque a la vanguardia de las nuevas técnicas marítimas sostenibles.
Salir a la calle con mascarillas se está convirtiendo en una práctica habitual en numerosos países del planeta, donde la neblina originada como consecuencia de la contaminación invade las calles de las grandes ciudades. El trabajo incesante de las fábricas, los constantes atascos en carretera y el aumento del tráfico marítimo están contribuyendo a la emisión de gases tóxicos a la atmósfera, pero también, a la destrucción del ecosistema marino. Hoy queremos hablar de los barcos, un medio de transporte eficaz y muy desarrollado en los últimos años, pues más del 90% del tráfico de mercancías a nivel global se realiza en barco.
Estos grandes buques mercantiles, de hasta 400 metros de longitud, consumen más del 10% del crudo mundial. Para que nos hagamos una idea, estos barcos emiten unas cifras de óxido de azufre (SOx) correspondientes a lo que pueden emitir 50 millones de coches juntos. Según el International Maritime Organization (IMO) las emisiones de SOx representan el 15% de los gases tóxicos mundiales, mientras que las de óxido de nitrógeno oscilan en torno al 30%.
La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) pone en sobreaviso a los navegantes. En 2020, las emisiones de óxido de azufre podrían superar a las de óxido de nitrógeno, por eso, desde la Unión Europea se busca una alternativa en la que el gas natural licuado (GNL) se posiciona como la mejor opción.
El gas natural licuado es el mismo gas que llega hasta nuestros hogares, aunque se presenta de forma líquida debido a que es tratado a elevadas temperaturas. Su económica investigación, su almacenamiento más rápido, su transporte y rendimiento eficaz y sus cualidades (inodoro, incoloro y no tóxico) lo convierten en la mejor solución ecológica para el transporte marítimo, y en general, para la biodiversidad.
Este gas, ya probado en otros países, reduce las emisiones de óxido de azufre, óxido de nitrógeno y dióxido de carbono a la atmósfera. El proyecto ‘CORE LNGas hive’ ha sido desarrollado por la Unión Europea para promover el uso de esta nueva energía, pretendiéndose que la Península Ibérica se posicione a la cabeza de la investigación, implantando una cadena logística integrada, segura y eficiente. Así pues, numerosos proyectos andan trabajando para conseguir que los puertos ibéricos puedan prestar los servicios de abastecimiento small scale (pequeña escala) y bunkering (suministro como combustible para barcos) de GNL.
La ubicación geográfica de nuestro país, vínculo entre el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico, ha sido el principal motivo por el cual se ha apostado por probar la GNL en España. Aunque se prevé que sea en 2020 cuando esté definitivamente implantada esta energía, los Puertos de Cartagena o de Huelva ya se encuentran trabajando junto a la empresa Enagás para poner en marcha nuevos proyectos que permitan el uso del gas natural licuado como energía de los grandes buques mercantiles.
El caso del Puerto de Barcelona es un ejemplo especial, ya que esta ciudad siempre ha sido pionera en materia medioambiental, por lo que a corto plazo el GNL estará más que incorporado. En la presentación del pasado mes de septiembre, el presidente del Puerto de Barcelona, Sixte Cambra, exponía las cifras tóxicas de la ciudad condal. Así pues, la actividad portuaria es la responsable del 7,6% de la concentración media anual de óxido de nitrógeno y del 1,5% de la emisión anual de partículas en suspensión.
Para promover esta iniciativa, el Puerto de Barcelona instaurará una política de bonificaciones a través de la cual aquellos buques que apostasen por el GNL verían reducida su tasa portuaria. Es una forma de atraer a los barcos y cruceros más sostenibles con el medio ambiente hasta el puerto barcelonés. Por su parte, los sectores ecologistas afirman que, a día de hoy, son menos de un centenar los barcos que se alimentan de gas natural licuado, por lo que exigen que el gobierno de la ciudad obligue a los navegantes a emplear combustibles menos tóxicos para reducir así las emisiones de óxido de nitrógeno. Se han puesto las ideas en la mesa, ahora solo queda actuar si no queremos que los gases tóxicos destruyan el planeta.